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lunes, 15 de septiembre de 2014

Otra vuelta de tuerca de Henry James

Sinopsis:

Una joven e inexperta institutriz se hace cargo de la educación de un niño y una niña, contratada por su tutor, un atractivo caballero que le otorga plenos poderes sobre los pequeños y sobre la casona familiar perdida en el campo, con toda la servidumbre incluida, a condición de que nunca, bajo ningún concepto, se le importune con noticias de los niños o de la casa.

Desde el primer momento la institutriz siente una presencia en la casa y muy pronto deberá enfrentar la aparición de dos fantasmas que rondan a los niños. A partir de ese momento, armándose de valor, la protagonista tratará de tomar las riendas de la situación mientras los hechos se precipitan hacia un final tan imprevisible como inevitable.

Opinión:

En la reseña anterior que hice sobre el libro "La casa y el cerebro" de Edwar Bulwer-Lytton, mencioné, que una de las situaciones que más terror suelen provocar, tanto en películas como en literatura, es cuando el protagonismo de esas escenas recae en la figura de un niño o un animal
Pues ahora me permito añadir, que si un niño da miedo... dos lo dan mucho más...

La novela comienza con un grupo de amigos reunidos entorno a la chimenea de una antigua casa mientras cuentan historias...
Con este primer capítulo escrito a modo de prólogo, el lector se centra en la historia.
Ese capítulo nos dará información que el lector debe conocer antes del comienzo real de la historia.
La verdadera historia comienza cuando nuestra protagonista, una institutriz, llega a la mansión para hacerse cargo de dos niños pequeños, Flora y Miles, recientemente huérfanos y que han quedado a cargo de su tío. Ese familiar en concreto, se encargará de mantenerlos, pero al mismo tiempo, los quiere alejados de él.

Desde el comienzo Henry James logra infundir intriga en la narración...
El familiar más cercano quiere mantenerse alejado de los críos, la institutriz debe firmar unas condiciones de contrato fuera de lo corriente, algunas muertes entre la servidumbre un tanto extrañas, una casa bastante solitaria...
Si os animáis a leer esta novela comprobaréis, que lo que nos transmite miedo o ansiedad profunda en esta obra, no son solo los fantasmas, el extraño comportamiento de unos niños pequeños o la atmósfera inquietante creada alrededor de ellos. También contribuye a crear angustia, el que el autor juegue con nuestro miedo, el miedo a lo desconocido.
Actualmente estamos saturados de historias de fantasmas, zombies, casas encantadas y no nos resulta raro lo que encontramos en esas historias, ya nada nos sorprende. Pero nos encontramos ante una novela escrita en 1898 y el temor que provoca en el lector es escalofriante.
Sabe conectar con nuestros miedos más profundos, esa emoción primaria que nace en el ser humano cuando intuimos un riesgo o amenaza y crea una tensa espera... ¿Y cómo lo consigue? Pues en buena parte con los diálogos, con las frases interrumpidas... pero sobre todo, con lo que no se dice en esas conversaciones. El misterio está en esas frases que quedan en el aire y en lo que no se quiere llegar a nombrar.
Henry James juega con la imaginación del lector, porque no hay nada más terrorífico que la imaginación del ser humano. En vez de atar cabos cede protagonismo al lector, para que sea él quien encuentre respuesta en lo que se esconde tras los extraños fenómenos, la forma de solucionarlo y el desenlace.
Un detalle que puede resultar curioso, es que desconoceremos el nombre de la protagonista. Este pequeño detalle que podríamos considerar sin importancia aporta su granito de arena a la hora de crear un escenario cargado de intriga.
El autor elige transmitir la historia como memorias o diario íntimo para que los lectores seamos testigos del día a día. Iremos descubriendo los hechos de mano de la institutriz, siguiendo el orden cronológico de los acontecimientos y siempre fiel a como los vivió su protagonista. Por lo tanto, aquí queda resuelto el misterio de por qué no aparece su nombre en ningún momento de la historia. La verdad es que quedaría un poco extraño hablarse o citarse a sí misma, -eso sí que daría terror-, cuando el resto de personajes se dirigen a ella como querida o señorita

Todo escritor persigue que sus textos cautiven al lector. Los escritores de novela de intriga o thriller lo que anhelan, es que el lector sienta como propios los temores o angustias de los personajes. Este autor lo consigue sembrando a lo largo de la narración pequeñas sorpresas, sin saturar con ellas al lector. Se reserva esas sorpresas para momentos clave, eso unido a la elegancia, claridad y el detalle a la hora de contar la historia convierten esta obra en una de las mejores que he leído sobre fantasmas.