martes, 24 de abril de 2018

La sonámbula de Miquel Molina

Sinopsis:

Marta, la enigmática y maravillosa narradora de esta historia, es una exbailarina reciclada a profesora de baile a la que una lesión inesperada retiró quizás demasiado pronto de los escenarios. Desde entonces vive sumida en una espiral de pensamientos que la tienen encerrada en casa, leyendo y viendo películas antiguas, hasta que un buen día sale en ayuda de su vecina, una mujer mayor que acaba de sufrir un ictus. Cuando la curiosidad por la vida ajena lleva a Marta a adentrarse en casa de su vecina, entrevé la cabellera de una mujer rubia, inerte, que alguien ha querido esconder bajo las sábanas de una cama de una habitación cerrada. Marta, asustada, cierra y se va. Pero en los siguientes días, cuando Fidel, el hijo de su vecina, limpia el piso para ponerlo en alquiler, Marta, que ha decidido ayudarlo en las gestiones, no vuelve a saber nada más de la mujer rubia. ¿Quién es esta misteriosa mujer? ¿Qué relación tiene con esa familia? En lo que será una espiral hitchcockiana de secretos, interiores y obsesiones, finalmente las dos se encuentran cara a cara. Lo que sucederá a partir de aquí sorprenderá incluso al lector más audaz.
Impregnada de referencias literarias, culturales y astronómicas, La sonámbula rezuma finura, elegancia e intensidad. Una novela de juegos y obsesiones sentimentales. Una historia de amor en el siglo XXI.

  Opinión:

Llegué a esta novela con las expectativas muy altas.
Esa portada tan evocadora que me recordaba inevitablemente a "La ventana indiscreta" de Hitchcock, las apasionantes críticas vertidas por las redes sociales y algunos comentarios extraídos de revistas, me hacían pensar que esta novela me encantaría.
Según han ido pasando las hojas, también ha ido desapareciendo en mí la emoción hallada en los primeros capítulos.

El gran error de las novelas actuales que dicen estar influenciadas por determinado autor o que en ellas podemos encontrar reminiscencias de alguna obra célebre, es que ponen el listón muy alto, y muchas de ellas que se han inflado con esos mensajes en portada o en las sinopsis, terminan desinflándose y perdiendo el aire como un globo.
Hay que tener mucho cuidado con esos libros antes de llevárnoslos a casa, porque pueden llevar a confusión y terminar defraudando al lector.
Con esto debo aclarar, que no estoy diciendo que el libro sea malo, no nos llevemos a engaño, pero sí que lo que ofrece a simple vista, no es lo que se vende...

Aquí se hablaba de referencias a Hitchcock, que son totalmente ciertas como podréis ver a continuación, pero también leí comentarios en algunos medios, que hacían alusión a "Rebeca", la excelente obra de Daphne du Maurier.
Decían:
"Una versión contemporánea y urbana de la Rebeca de Daphne du Maurier, una presencia que se intuye pero no puede aprehenderse"

Y como digo, hay que andar con pies de plomo ante este tipo de observaciones, porque la presencia la vamos a tener, es la primera excusa argumental de la que os voy a hablar, pero no lo es en la forma en que aparecía la primera señora de Winter, en la obra citada; esa presencia angustiosa, claustrofóbica, omnipresente, que amenazaba con atentar incluso contra la cordura de los habitantes de Manderley.
Estos comentarios sinceramente nos pueden llevar a error, y más si proceden de parte de editoriales o de otros medios que supuestamente, tratan de ayudar al autor.
En serio... no le estáis haciendo ningún tipo de beneficio, porque cuando el lector termina el libro, se da cuenta de que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Yo reconozco que me lancé a ella con una idea preconcebida, errónea, y lo que yo esperaba encontrar no lo he hallado, me he sentido engañada en parte, pero no por la prosa de este autor, tampoco por la profundidad psicológica de los personajes, ni por la trama, sino por esos comentarios que me la relacionaban con Rebeca. No se si me entenderéis, pero todo lo bueno que encontramos en esta obra, queda eclipsado por esas falsas expectativas generadas desde comentarios engañosos.

Miquel Molina, nos ofrece como ya he mencionado, un comienzo muy Hitchcockiano, una excelente excusa para hablarnos de la temida soledad; una novela introspectiva y cargada de obsesiones... ¿Por qué no empezar así la sinopsis...?

Pero hablemos un poco del personaje principal...
La protagonista se llama Marta, pero por varios motivos que ahora no vienen al caso, sus padres intentaron cambiarle el nombre por el de Ginebra, la mujer del rey Arturo; todo esto sucedió en una época en la que Marta ya era bastante mayor, y eso imposibilitó que atendiese a ese nuevo y regio nombre.
Marta dice que Ginebra es una impostora, que únicamente resurge cuando se activa en algún lugar de su mente el resorte de la atracción, o bien, en esas noches en que es sonámbula y la reina Ginebra se despereza y hace ademán de salir.

Miquel Molina, nos ofrece una narradora protagonista, con un discurso muy directo, que en algunos momentos parece que se dirige a nosotros. En este aspecto hay que aplaudir al autor, porque nos engaña. Si avanzamos en la lectura, llegando casi al final, comprobaremos que no somos tan importantes y que no habla con nosotros, sino con un personaje, una presencia que deja su impronta en todas las páginas de esta novela, y no os engañéis. no se trata de Ginebra.

Esta curiosa narradora, Marta, utiliza la mayoría de las veces un diálogo interno, una narración muy introspectiva para ir relatando todos los acontecimientos de forma progresiva, pero también haciéndonos partícipes de sucesos ocurridos en el pasado.

Este libro, como ya he advertido, se mueve en el ambiente evocador de Hitchcock y en una de sus películas más famosas, "La ventana indiscreta", o al menos a mí la ilustración elegida para la portada, me transporta a esa película con solo mirarla.
También en el interior, encontraremos otro elemento característico de la obra del gran cineasta, "El Macguffin", ya sabéis, esa excusa argumental que hace de impulsor de la trama y que luego puede tener mucha o ninguna importancia en ella.
Ese Macguffin, es la aparición de un cadáver en las primera páginas, o algo que parece serlo.
Desde ese momento se iniciará una especie de búsqueda, para intentar averiguar lo que Marta vio.
Habría que decir llegados a este punto, que Marta permanece casi aislada en su casa, sin apenas salir, otro guiño más que hace referencia al personaje de la ventana indiscreta.

La narración por tanto, comenzará siendo una clásica novela negra, pero llegados a un punto cambiará totalmente convirtiéndose en una historia de corte psicológico. Y esos cambios de género también conllevan un cambio en el ritmo narrativo.
La historia, que comienza con un ritmo muy ágil, correspondería a esa parte con tintes de novela negra, para luego abandonar ese ritmo por otro más pausado, donde la narración introspectiva tomará el mando.

El cadáver actúa como una presencia opresiva y nos anima a leer, pero llegados a la mitad de la historia el misterio se revela.
En ese punto descubrimos la verdad sobre él, y se inicia otra nueva excusa argumental, otra incógnita que vuelve a empujar la trama.

Nos encontramos con una novela curiosa y a la vez desconcertante que esconde otras historias más profundas; miedos, inseguridades, pero sobre todo soledad en distintos grados. Cada personaje que iremos conociendo la sufre o la vive de maneras distintas.
Y con esto llegamos a mencionar otro detalle que no me ha gustado...
Creo que tanta introspección ha conseguido que no conectase con la protagonista, se me ha hecho pesada, lo que no ha ocurrido como podéis ver, con la trama.
Marta para mí, tiene un comportamiento extraño en todo momento, e incluso ante algunas situaciones me ha parecido absurdo e infantil.
No quiero meter ningún tipo de spoiler, pero parece que la imagen que intenta transmitir es de liberal, de mujer adulta, y en otros momentos roza la mojigatería y se escandaliza fácilmente.
Otro motivo por el que no he conectado con Marta, es que todo el peso de la novela recae sobre ella, en una especie de monólogo donde verbaliza sus problemas.

No pretendo con esta reseña desanimaros, al contrario, lo que pretendo es que leáis sin dejaros influenciar.
Vosotros tenéis la última palabra a la hora de decidir que leer, y las opiniones son siempre subjetivas, dependen del lector y de influencias externas en su ambiente..
Lo que a mí me gusta, no tenéis por qué compartirlo...


martes, 17 de abril de 2018

La casa torcida de Agatha Christie

Sinopsis:

Tres generaciones de la familia de Arístides Leónides, multimillonario griego, conviven en Inglaterra, en una curiosa mansión de estructura inclinada que el magnate hizo construir para este fin.
Una multitud de personajes se entremezcla en los pasillos y las estancias de la casa, incluidas la joven y hermosa Brenda, segunda esposa del anciano patriarca, y Sophia, su más avispada nieta, cuyo futuro suegro es comisario de policía.
La paz hogareña se trunca cuando Arístides es envenenado, ya que se sospecha que el culpable ha de ser alguien de la familia. Sophia exigirá entonces a Charles, su prometido, que haga lo posible por esclarecer el asesinato, ya que no podrá casarse con él hasta que el asunto haya sido resuelto. El caso, que contará con el apoyo del padre de Charles y del inspector jefe Tavener de Scotland Yard, se complicará con más muertes y con el hecho de que nadie tiene una firme coartada.

Opinión:

Esta es la reseña pendiente de las dos novelas que os propuse para leer durante este mes de Abril, y que tenía como protagonista a la gran Agatha Christie.
Las dos lecturas elegidas, Diez negritos y esta de la que hoy os hablo, La casa torcida, están consideradas como sus mejores obras y tienen algunos elementos que comparten.
En "Diez negritos", el título surgía de una canción de cuna de la cual el asesino copiaba el modus operandi, y en esta comprobamos que de nuevo la idea del título surge de una canción infantil:

"Érase un hombre torcido que anduvo una milla torcida.
Encontró seis peniques torcidos junto a un portillo torcido.
Tenía un gato torcido que cogió un ratón torcido,
y todos vivieron juntos en una casita torcida".

Lo que más llama la atención en esta cancioncilla, además de que la rima es pésima en nuestro idioma, es la cantidad de veces que aparece el adjetivo, torcido/a, y es de ahí de donde surge el título de la obra y también la primera pista sobre el asesino; porque torcido/a no solo significa algo que no está recto...

También vamos a encontrarnos con unos personajes que aunque no están encerrados en el lugar donde ocurre el asesinato, sí es cierto que todas sus acciones ocurren dentro de la mansión, con lo cual podríamos encuadrar esta obra dentro las novelas tipo "misterio del cuarto cerrado" y resultaría perfecta para representarla como obra de teatro.
Otro detalle que no debemos olvidar, indispensable en este tipo de misterios del cuarto cerrado, es que dispondremos de los mismos indicios que el investigador, por lo tanto igual de condiciones para resolver el caso.

Y por último mencionar que tampoco encontraremos ni a Poirot ni a Miss Marple, pero sí un protagonista que desempeñará el papel de investigador a la perfección, por lo que los lectores no echaremos en falta la deducción de ninguno de los dos personajes citados.
Ese personaje que os acabo de presentar es Charles Hayward, un joven que intentará resolver el misterio del asesinato de Arístides Leónides para conseguir el corazón de su amada Sophia, nieta del aristócrata asesinado.

Charles además de personaje investigador actuará como narrador, alguien que como nosotros desconoce lo que ocurre más allá de las puertas de la mansión de las tres chimeneas o como nosotros la vamos a conocer, La casa torcida.
Todos y cada uno de los personajes que va a ir conociendo, podrían ser el asesino, así que los lectores junto a Charles tendremos una misión común, averiguar quién es el responsable del crimen y sus motivos.

Para esta novela que fue publicada en 1949, Agatha Christie elaboró una trama sin igual, de ahí que como ya os he adelantado, haya sido considerada como una de sus mejores obras.
Además de una trama compleja cargada de misterio, destacan las vueltas de tuerca que desconciertan totalmente al lector. A eso le añadimos un elenco de personajes bastante amplio, más o menos 15, entre los que deberemos localizar al asesino.

Ahora bien, de entre esos 15 debemos descartar al muerto, a la policía y a algún personaje incidental, por lo que al final contaremos con unos diez personajes que nos van a complicar nuestra labor de detective. Tendremos que tener a punto todos nuestros sentidos, para analizar las acciones de cada uno de los posibles asesinos.
Lo normal, sería pensar que todos los personajes tienen motivos para asesinar al patriarca, pero este es nuestro primer error. Ninguno de ellos tiene motivos aparentes para desear su muerte.

Ya os he comentado en otras ocasiones que mi sentido sabueso no es muy bueno, así que esta vez me propuse prepararme a conciencia para descubrir al culpable.
Aunque es muy sabio hacer caso a los refranes, yo intenté ignorar esta vez a esa vocecilla que me decía que El hábito no hace al monje. 
Me calcé mi gorra de detective, me apropié de una lupa, e intenté afinar mis escasas dotes detectivescas. ¡No iba a permitir que se me escapase ni un solo indicio!, ya que según Agatha Christie, todas las pistas necesarias para resolver el caso estaban a la vista... así que me lancé a seguir su rastro.

Dicen que el 95% de los asesinatos son cometidos por hombres, y tan solo el 5% restante, es cometido por mujeres; esto me sirvió para ponerme en guardia, y revisé uno por uno a los personajes masculinos.
El primer problemilla surgió al leer la forma de morir, ya que normalmente esa forma de asesinar se atribuye a mujeres...
De esa forma volví a estar situada en el punto de partida y sin pistas.

La siguiente medida que adopté en mi corta carrera como detective, fue analizar las reacciones de los que directamente intentaban pasar desapercibidos; los que Agatha parecía descartar, sin profundizar en su perfil y sin darnos muchas pistas sobre ellos.
¿Creéis que acerté?
Pues tampoco, pero este nuevo error me sirvió para descubrir varias cosas.
La primera, que hay que hacer caso al refranero popular... El hábito no hace al monje
La segunda, que miraba el asunto desde el ángulo equivocado...
Y la tercera, que esto de ser detective es algo muy complicado y no está hecho para mí.

Según fui pasando las hojas descarté a ocho personajes, y me quedé solo con dos culpables, que aunque tenían los mismos motivos que el resto, parecían querer pasar por las escenas de puntillas.
¡Dos culpables, y solo uno de ellos podía ser el asesino!
Opté por uno en concreto, me la jugué a una sola carta... y como he dicho, fallé.

Reconozco que así terminó mi pequeña incursión como investigadora y alabo la gran maestría de esta autora a la hora de construir escenas y de confundirnos con ellas.
Agatha Christie fue una adelantada a su tiempo. Tenemos que tener en cuenta que este libro fue escrito en 1949, y en esa época era impensable que el asesino de esta obra resultase... el que es.
Y hasta aquí puedo contar... ya sabéis, el que quiera saber más que lea...

Otra cosa que he sacado en claro tras leer esta narración y que corrobora que soy una total negada para la deducción, es que Agatha Christie utilizó los venenos en más de la mitad de los crímenes que imaginó. De ella es la frase:

 "Dadme una botella decente de veneno y construiré el crimen perfecto".

Os animo a leer esta novela ahora, antes de que se estrene su versión cinematográfica, porque el libro estoy segura de que es mucho mejor.
Os enfrentaréis a 26 intensos capítulos y como siempre, Agatha gana y nos presenta al verdadero culpable y sus motivos, en el último.
Yo creo que no es su mejor novela, pero sí la que tiene un final tan inquietante como sorprendente.


viernes, 13 de abril de 2018

La tienda de los suicidas de Jean Teulé

Sinopsis:

Novela enormemente divertida, no exenta de humor negro, en la que el lector penetra en la tienda y en la vida de una familia dedicada a la venta de productos (sogas para ahorcarse, venenos de toda índole, armas, etc,) que cualquier suicida deber tener a mano para el momento en que decida abandonar este mundo.

La familia se siente orgullosa de su trabajo y su reconocida eficacia profesional, hasta que en su seno nace una nueva criatura:
un niño alegre al que entusiasma la risa.

Es una novela muy divertida, ágil, bien escrita, con diálogos chispeantes.

Opinión:

Llegué a esta novela desde otra, desde La librería del señor Livingstone de Mónica Gutiérrez, donde uno de sus personajes la mencionaba de pasada.
Enseguida busqué datos sobre ella, y tras comprobar que la obra existía y que no era fruto de la imaginación de los personajes, me lancé a hacerme con ella.

Tras esta novelita de título tétrico, se esconde una obra muy breve, de apenas 160 páginas, con unos diálogos brillantes que arrancan la carcajada constante en el lector.
Uno de esos libros que literariamente nos hacen felices, aunque a simple vista puedan parecer un poco macabros...

“—¿Qué lees? Las estadísticas del año pasado: un suicidio cada cuarenta minutos, ciento cincuenta mil intentos, doce mil muertos. Es una barbaridad...
Sí, es una barbaridad la cantidad de gente que falla. Menos mal que estamos nosotros [...]".

Supongo que todos pensamos que el tema de la muerte, es algo tabú, algo que es mejor no mencionar. Pero ahora que estamos en petit comité y nadie nos oye, no me negaréis, que ya que solo podemos morir una vez, deberíamos convertir ese momento en algo inolvidable, y eso es precisamente de lo que se encargan los protagonistas de este relato corto.

Pese a su brevedad hay que alabar la gran carga de humor negro e ironía que guarda en su interior.
El humor negro es un tipo de humor o sátira que no todo el mundo comparte o entiende, del que no todo el mundo disfruta porque se hace generalmente sobre situaciones o temas delicados, incluso habría quien lo consideraría como políticamente incorrecto.
En su defensa debo decir que en esta obra, ese tipo de humor aparece muy suavizado y se complementa con un argumento muy original, sin pecar en exceso en el morbo que una narración de este tipo podría generar.

 "La tienda de los suicidas"
¿Su vida ha sido un fracaso? ¡Con nosotros, su muerte será un éxito!

La historia gira alrededor de la familia Tuvache, comerciantes de productos un tanto peculiares, ya sabréis por el título que regentan una tienda para suicidas.
La familia la forman cinco miembros; los padres, Mishima y Lucrèce; y tres hijos, Vincent, Marilyn y Alan.
Supongo que todos habréis oído alguna vez los chistes de colmos... hay infinidad de ellos.
Por ejemplo sobre profesiones.
¿Cuál es el colmo de un jardinero? Que su novia se llame Rosa y le deje plantado.
o este otro...
¿Cuál es el colmo de un carpintero? Pues llamarse Armando Esteban Quito...

Bien, a lo que quiero llegar con esto, es que esta familia Tuvache, también tiene su colmo particular. Todos son sombríos, sin humor, sin una sonrisa que adorne su cara... ¡todos menos uno!
¡Una gran desdicha para esa familia que quiere ganarse la vida de forma honrada! porque el pequeño Alan, es un niño alegre y positivo.
Siempre con una sonrisa que regalar, y la familia al completo intenta renegar de él. ¡Pobre Alan! no es un auténtico Tuvache, porque esa alegría le impide llevar el suicidio en la sangre, como el resto de los miembros de la familia.


Es algo parecido a esa situación que se vive en la película de La familia Addams.
Ellos ven el mundo del revés y cuando el pequeño de los Addams aparece una mañana con una mata de ricitos rubios adornando su coronilla, con mofletitos sonrosados y entonando una dulce melodía de sonrisas y carcajadas, todos ponen el grito en el cielo, porque el niño Addams está enfermo.
Alan, el pequeño Tuvache, sufre algo parecido.
Los futuros suicidas que acuden en busca de algún material para llevar a cabo sus fines, son sorprendidos por ese niño vivaracho, al que han prohibido sonreír para no espantar a los clientes.



Pero os contaré más sobre esta extraña familia...
Por la noche, cuando los pequeños se van a dormir, Lucrèce les cuenta cuentos, ¡cómo cualquier otra madre!, salvo que en este caso las narraciones distan un poco de las que contaríais vosotros.
Así que los pequeños se acomodan entre los brazos de Morfeo, con la historia del famoso suicidio de Cleopatra o de Safo de Lesbos, de fondo.
Y una vez que están completamente dormiditos, mientras cierra la puerta del cuarto, Lucrèce no se olvida de desearles terribles pesadillas, en lugar de felices sueños...

Nos vamos a enfrentar a una historia fuera de lo común, una novela que avanzará dando saltos para que seamos testigos de como el pequeño Alan va creciendo. Todo lo que gira alrededor de la familia Tuvache está teñido de tonos oscuros, sin color, y en cambio en el momento en que Alan entra en escena, el escenario se ilumina con tonos alegres.
Tiene un poder especial, el de verlo todo de color de rosa, sacando siempre lo bueno en situaciones negativas. Para los Tuvache es una especie de enfermedad y si tenéis la posibilidad de leer esta novelita, veréis que están un poco en lo cierto. Alan tiene una enfermedad y muy contagiosa... La felicidad.

Esta historia está sembrada de detalles memorables, por citaros alguna curiosidad, los nombres de los personajes corresponden a suicidas célebres.
El padre Mishima, lleva el nombre en honor al escritor japonés Yukio Mishima; Lucrèce, la madre, en honor al personaje de la Antigua Roma, esa mujer que tras ser violada se suicidó, influyendo en la caída de la monarquía y estableciéndose la República. Hecho que bellamente fue retratado por autores de la categoría de Tiziano o de Eduardo Rosales.
El resto de personajes os dejo que los busquéis vosotros...

Para terminar os diré, que el relato avanza, deslizándose con parsimonia hacia un final natural. Quizás no el que yo habría elegido, pero si lo miramos con frialdad, es el único final posible para esta historia.

Una historia que no dudo en recomendaros desde estas líneas, porque a pesar del tema que trata, tiene un "algo especial" que engancha.
También deciros que hicieron una adaptación para el cine, una película de animación de 2012, de donde se han extraído las imágenes que decoran esta reseña.

Y ahora otra recomendación, si no habéis tenido la oportunidad de ver la gran obra de Capra, "Arsenico por compasión" con el gran Cary Grant como protagonista, os estáis perdiendo un clásico magistral de la comedia negra, que emplea el mismo tono que esta breve narración a la que hoy os he acercado.